Pasó la noche. Llegó el día. Alice aún estaba acostada en su cama, siguiendo con sus sueños de princesa sin preocuparse de lo que el día le deparaba. Parecía como si fuera una noche de invierno sentada alrededor del fuego de la chimenea y rodeada de mantas de algodón y una taza de chocolate caliente a medio acabar justo al lado.
Seguro que estaba pensando que hoy iba ser un gran día. Que por fin iba a encontrarse con su enamorado anónimo. Pero no todo saldría al final como ella esperaba...
10 de la mañana. El despertador sonó. Y Alice empezó a abir sus preciosos ojos marrones poco a poco. Esbozó una sonrisa. Sabía que hoy iba a ser un día muy especial.
Se levantó y lo primero que vió fue aquel vestido maravilloso que por fin podría llevarl
a a lo que ella había estado buscando desde hacía mucho tiempo.
Puso si I-pod en funcionamiento y comenzó su, digamos "preparación" para aquella cita. ¿Primera parada?, su cafetería favorita del centro con su amiga África. ¿Segunda?, toca relajarse en uno de los lujosos spa de la ciudad y un tratamiento facial de algas. ¿Siguiente?, comida con una de sus mejores amigas, Lucy.
Eran cosas que niñas ricas, pero a Alice le daba igual todo aquello. Solo podía pensar en lo que le esperaba esa noche. Y seguro que ella no olvidaría esa noche. La sorpresa que se llevaría no se la podría ni imaginar. Pero dejemos que disfrute de la tarde para que luego saboré el postre de la noche.
Alice se dirigió a su casa para poder arreglarse y estar lista a las 8.
Estaba más nerviosa de lo normal, pero era de esperar, porque nunca antes le había ocurrido esto de esta forma. Pero también esta muy ilusionada pero el nudo en el estómago no se lo quitaba nadie.
Llegó la hora de ponerse el vestido. Su cara al verse era de incredibilidad. Lucía preciosa con aquel vestido.
Ahora sí estaba preparada para afrontar cualquier cosa que se le viniese encima. Ahora ya no le asustaba nada de lo que le podía pasar.
Bueno seguro que de todo, todo no podría estar tan segura. Pero ella estaba tan feliz que nadie podría decirle lo contrario. Esta noche sería muy, muy especial; y sobre todo para alguno de los recuerdos de su pasado.
miércoles, 14 de marzo de 2012
domingo, 11 de marzo de 2012
Just an old friend.
3 de la mañana. De fondo las campanadas de la catedral. El silencio de Venecia es interrumpido durante unos segundos. Unos más largos que de costumbre. Unos que parecen horas.
Destellos brillantes comienzan a aparecer de la inmensidad de la oscuridad. El olor a pólvora llega hasta la habitación. Y borrosas siluetas empiezan a sucederse un tras otra en la plaza.
La veo, y esa persona me ve a mí. Va con alguien, una desconocida, alguien nuevo.
Llevan una copa en la mano. Parece que se lo están pasando en grande.
Comparten confesiones, algunas muy íntimas que solo se las dirías a alguien muy especial.
¿Por qué no me ha llamado?
¿Acaso he hecho algo que le podría haber molestado?
Ah! Es cierto. No me había dado cuenta de que esto era finales de invierno y no principios de verano.
El tiempo había pasado como una estrella fugaz, tan rápido que sino estás pendiente nunca te habrías dado cuenta.
No puedo seguir mintiéndome. No puedo seguir fingiendo que todo esto no ha ocurrido. He de confesarlo:
Te echo de menos. Siempre lo hice, y siempre lo haré.
Verte con otra me hiere. Pero lo que más daño hace a mi corazón es que vivas con ella todo lo que hemos vivido y pasado juntos. Que revivas con ella nuestras tardes inolvidables de verano. Que te emborraches con ella al igual que hacías conmigo. Que hagas realidad nuestros sueños con ella en vez de haberlos realizado tú y yo. Que... Que...
En definitiva que vivas la vida que tú y yo vivimos y planeamos en nuestra época de rebeldía.
Puedoolvidarme de ti intentar olvidarme de ti. Puedo comenzar una nueva vida. Puedo buscar y encontrar a alguien como tú para poder terminar de una vez lo que tú y yo comenzamos un otoño, pero que al final no lo pudimos hacer.
Puedo realizar todo pero nunca será lo mismo. Nunca encontraré a alguien como tú.
Nunca encontraré el perfecto sustituto. El hueco que dejaste es tan especial que creo que nunca se recobrará entero.
Cierro los ojos y aún puedo ver aquellas tardes de locura en las que la luna era el único testigo de nuestros encuentros.
Destellos brillantes comienzan a aparecer de la inmensidad de la oscuridad. El olor a pólvora llega hasta la habitación. Y borrosas siluetas empiezan a sucederse un tras otra en la plaza.
La veo, y esa persona me ve a mí. Va con alguien, una desconocida, alguien nuevo.
Llevan una copa en la mano. Parece que se lo están pasando en grande.
Comparten confesiones, algunas muy íntimas que solo se las dirías a alguien muy especial.
¿Por qué no me ha llamado?
¿Acaso he hecho algo que le podría haber molestado?
Ah! Es cierto. No me había dado cuenta de que esto era finales de invierno y no principios de verano.
El tiempo había pasado como una estrella fugaz, tan rápido que sino estás pendiente nunca te habrías dado cuenta.
No puedo seguir mintiéndome. No puedo seguir fingiendo que todo esto no ha ocurrido. He de confesarlo:
Te echo de menos. Siempre lo hice, y siempre lo haré.
Verte con otra me hiere. Pero lo que más daño hace a mi corazón es que vivas con ella todo lo que hemos vivido y pasado juntos. Que revivas con ella nuestras tardes inolvidables de verano. Que te emborraches con ella al igual que hacías conmigo. Que hagas realidad nuestros sueños con ella en vez de haberlos realizado tú y yo. Que... Que...
En definitiva que vivas la vida que tú y yo vivimos y planeamos en nuestra época de rebeldía.
Puedo
Puedo realizar todo pero nunca será lo mismo. Nunca encontraré a alguien como tú.
Nunca encontraré el perfecto sustituto. El hueco que dejaste es tan especial que creo que nunca se recobrará entero.
Cierro los ojos y aún puedo ver aquellas tardes de locura en las que la luna era el único testigo de nuestros encuentros.
Puede que ya sea tarde, puede que nunca vuelva a suceder lo que vivimos, puede que tenga que olvidarme de todo, olvidarme de ti y sustituirte por otra persona, aunque ya lo haya echo. Pero no es lo mismo.
Desearía poder volver a ese nefasto verano y hacer que las cosas no hubieran sucedido de esa forma.
No sé si algún día leerás esto o no. Espero que sí.
I need to talk with you.
Seen. A lonely girl missing in her past. Being an old friend.
martes, 6 de marzo de 2012
Capítulo 8.
Las dos amigas se encontraban en el salón. La caja se encontraba abierta en medio de la mesa. Su contenido posado sobre el regazo de Alice.
Aún seguía sin creerse que esto era realidad.
Su amor anónimo le había regalado algo que ella siempre había querido pero que por culpa del azar nunca lo había obtenido. Le había regalado el vestido con el cual todas la mañanas ella soñaba al pasar por aquel escaparate cerca de su loft en el cual trabajada. Le había regalado el vestido de Prada que tanto había deseado, aquel que le hacía ponerse la piel de gallina, aquel que atraía todas las miradas pero aquel que solo unos pocos podría tener.
Lo que más le sorprendió de aquel regalo no fue el vestido en sí, sino que el cómo él había averiguado que ella lo quería con tantas ganas, el cómo había acertado con todos los regalos, el cómo podía ser tan parecido al "chico de los pantalones casi perfectos", al chico de sus sueños.
Alice no cabía de alegría, se sentía la mujer más afortunada del mundo pero a la vez la mujer más frustrada ya que había encontrado al chico perfecto pero no quería que ella lo descubriese.
Pasaron los días, cada uno más largo que el anterior. No tuvo más evidencias de su "chico".
Pasaron semanas y él no volvió a contactar con ella. Durante dos larguísimas semanas Alice no tuvo muestra alguna de la existencia de él. Dos semanas larguísimas hasta que un buen día, tras que Alice empezara a olvidarse del chico y de todo lo ocurrido, y a centrarse más en su trabajo, una carta apareció en el buzón.
Era una carta anónima. En la portada de la carta parecía haber algo escrito pero estaba como borrado, algo confuso.
Alice abrió la carta. En ella se decía:
Mañana. A las 8.00. En el restaurante del Rockfeller Center. Lleva aquel vestido de Prada que te regalé. Estaré esperándote.
Aún seguía sin creerse que esto era realidad.
Su amor anónimo le había regalado algo que ella siempre había querido pero que por culpa del azar nunca lo había obtenido. Le había regalado el vestido con el cual todas la mañanas ella soñaba al pasar por aquel escaparate cerca de su loft en el cual trabajada. Le había regalado el vestido de Prada que tanto había deseado, aquel que le hacía ponerse la piel de gallina, aquel que atraía todas las miradas pero aquel que solo unos pocos podría tener.
Lo que más le sorprendió de aquel regalo no fue el vestido en sí, sino que el cómo él había averiguado que ella lo quería con tantas ganas, el cómo había acertado con todos los regalos, el cómo podía ser tan parecido al "chico de los pantalones casi perfectos", al chico de sus sueños.
Alice no cabía de alegría, se sentía la mujer más afortunada del mundo pero a la vez la mujer más frustrada ya que había encontrado al chico perfecto pero no quería que ella lo descubriese.
Pasaron los días, cada uno más largo que el anterior. No tuvo más evidencias de su "chico".
Pasaron semanas y él no volvió a contactar con ella. Durante dos larguísimas semanas Alice no tuvo muestra alguna de la existencia de él. Dos semanas larguísimas hasta que un buen día, tras que Alice empezara a olvidarse del chico y de todo lo ocurrido, y a centrarse más en su trabajo, una carta apareció en el buzón.
Era una carta anónima. En la portada de la carta parecía haber algo escrito pero estaba como borrado, algo confuso.
Alice abrió la carta. En ella se decía:
Mañana. A las 8.00. En el restaurante del Rockfeller Center. Lleva aquel vestido de Prada que te regalé. Estaré esperándote.
¿Significaría esto el principio de algo más especial? ¿Por fin Alice realizaría su sueño de conocer el chico del cual estaba "perdidamente enamorada"? Todo en este camino del amor puede suceder. Incluso las cosas más impensables puede convertirse en realidad, o no.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
Entradas populares
-
Imaginar, soñar, huir... todo vale pero no vale, todo sirve pero no sirve, todo ayuda pero no ayuda. Imaginar ... para que imaginar si nada...
-
Se hizo de noche. Alice y África volvían de estar toda la tarde de "fiesta". Alice la invitó a pasar la noche en su casa para rec...
-
Es bien cierto que no nos damos cuenta de todo lo que tenemos y de todo lo que gastamos y aun así queremos más y más. La avaricia y el impu...