lunes, 21 de mayo de 2012

Fairytales don’t exist.

Una vez, muy lejos y tiempo atrás, mi padre me solía contar un cuento. Decía: “Existe una tierra de fantasía en la hay un príncipe que va a luchar por ti hasta el final”.
Yo era ingenua, una pequeña niña que aun no había experimentado lo que era el amor, solo había oído lo que era pero sin haberlo nunca tenido entre mis manos.
Ahora doy media vuelta y veo lo que mi padre me contaba; veo que todo era una farsa. Que tú no fuiste el que se suponía que tenías que ser, el que imaginé que estaría a mi lado. Pero esto es la realidad y a veces el amor cae en las manos de la imprudencia. Ahora vivimos en un cuento extraño y no sé qué creer. Porque cuando dijiste que serías el que va a luchar por ti. El que nunca perderé. Eso solo lo hiciste por decir... Palabras vacías de sentido, sin coherencia entre ellas y tus actos.
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La vida no es un cuento de hadas. Yo no soy una princesa. Las princesas no existen.



Esto es justo como es, pero ahora soy más sabia y la próxima vez escribiré mi último propio capítulo, mi final.

lunes, 14 de mayo de 2012

God knows we’re worth it.

Las manecillas del reloj suenan en la noche. Junto a la chimenea una silueta dibujada con la luz del fuego. En sus manos un viejo álbum lleno de recuerdos.
Pasa despacio las paginas, mirando cada una de las fotos, cada uno de los momentos inmortalizados por aquella cámara que siempre llevaba encima, pero sin pararse en los detalles que hacían especial aquellos días.
Llegando a sus últimas páginas se detiene. Respira muy profundamente y un pequeño suspiro resuena entre las chispas de los troncos ardiendo. Trata de no observarlos pero no puede; la melancolía recorre todos los rincones de aquella habitación. Era él, la persona por la que tanto había soñado, disfrutado, dado, pero además la única por la que tanto sufrimiento había pasado por sus venas, incluso salido por ellas…
Las fotos se estaban quedando borrosas, desgastadas por el paso del tiempo y tantas noches abriendo esas páginas y tocándolas intentando de esta forma poder sentir por un instante lo que en esos días solía hacer. Era su personal opio, pero a la vez un depresivo que la sumía cada vez más en la profunda tristeza que conllevaba recordar aquellos días de su vida.
Había aprendido a vivir sin él, a no echarle de menos cada vez que veía a sus amigas con sus “chicos de los pantalones casi perfectos”, a las cuales tanta envidia les tenía por tener la suerte de haber encontrado al príncipe azul de sus cuentos; a no perderse en sus sueños con su imagen en el fondo del acantilado en el que el sol fue testigo de sus primeros besos, en definitiva se había olvidado de él, y lo que conllevaba con él, el amor.
Habían pasado ya casi 5 meses desde que se dieron su último beso, desde que sus cuerpos se tocaron por última vez, desde que se dijeron adiós para siempre. Las puertas del paraíso aún seguían cerradas a la espera que un caminante extraviado la encontrase y la echara abajo. Pero ella no tenía ninguna esperanza a que tal suceso ocurriera.
Mas cuando iba a darse por vencida, justo unos instantes antes de ello una nota apareció tras la puerta en la que se podía leer: “I won’t give up, why you will?”


No por haber tenido un mal momento en nuestra vida, una mala experiencia, debemos dejar todo lo que ello conlleva. Debemos mirar hacia delante para seguir nuestro propio camino y nunca rendirnos.
No por un mal amor de verano el Amor deja de existir. Lucha por él.

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