Apoyada en el borde de la cama con un cuaderno especial entre las manos te pones a pensar por qué en ese momento no te sientes inspiración pera poder escribir.
Piensas y piensas y te quedas dormida, sujetando fuerte ese cuaderno como si lo estuvieras protegiendo, en un profundo sueño.
En él ves a esa persona con la que llevas obsesionada desde hace mucho tiempo, pudiendo decir fecha y lugar exacto. Sueñas que lo que deseas de verdad por fin se cumpla tras mucha espera. Sueñas con las palabras exactas de él, el cual podría averiguar dónde está por su típico olor el cual recuerdas todos los días. Sueñas hasta con el día y el momento espacial donde ocurriría todo esto.
Cuando despiertas miras el móvil y en él ves un mensaje y qué casualidad, es de la persona de tus sueños.
Al leerlo tu corazón da un vuelco inesperado porque todo los comederos de cabeza que tenías desde hace mucho tiempo podrían tener solución, y la tienen porque tú pensabas que él nunca se fijaría en ti y ahora es totalmente lo contrario.
A veces es necesario fracasar en la vida para poder así madurar y aprender de nuestros errores para así la próxima vez que lo intentemos sea la correcta y no nos equivoquemos de nuevo.
Por lo que vale la pena la espera si estamos seguros de que lo que esperamos es lo que deseamos y sabemos que va a salir bien.
Pero especialmente vale la pena esperar por la persona a la que realmente queremos.
Porque al final de un túnel siempre se asoma una luz.